#3 Descanso y tormenta.


Luego de terminar la feria del día viernes, fuimos en rumbo al lugar donde nos hospedaríamos. En el trayecto vimos una sede de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que ciertamente en un momento pensé que sería nuestro destino, sin embargo, no fue así, nos hospedamos en una sede de la Universidad Nacional Agraria La Molina, podría decirse que era la residencia de esa Universidad, a lo que llaman búngalos o casas con habitaciones de entre tres a cuatro cuartos con tres a cuatro camas por cuarto, de esta manera conocimos donde dormiríamos las próximas dos noches.

Instalados con nuestras cosas y camas elegidas nos disponemos a tomar un descanso luego de un arduo día, sin embargo, tocan a nuestra puerta y nos comunican que los chicos han salido al campo a caminar en ruta hacia algún lugar que no pude escuchar, la idea sonaba muy bien y mis amigos y yo decidimos acompañarlos.

En camino hacia quien sabe qué lugar, a los alrededores se apreciaban grandes cantidades de nubes de color gris, esto no pintaba para nada bien, de cierta forma era preocupante y aún así no detuvimos el paso y seguimos en nuestra ruta de paseo, a una distancia prudente de los búngalos empieza a tronar el cielo, una experiencia cautivadora que no se vive así nada más, aclarando para alguien que no vive ahí, el sonido del trueno es incomprable y más aún el espectáculo luminoso que se da y que hay que estar atento para poder observar, cosa que, ciertamente salí impresionado.

Empezó la garúa, todo iba relativamente bien, hasta que empezó a ir relativamente mal. Todo el cielo estaba opaco, me recordaba a Lima, pero con nubes más gruesas y no planas, con relámpagos y truenos en el cielo y un rayo con el que pude deleitarme la vista, es la primera vez en muchos años que veo algo similar y valió cada milisegundo que duró.

Todo se tornó complicado, teníamos una lluvia torrencial azotándonos en medio del campo, no sabíamos si seguir o regresar, aún estabamos medio secos y eso hizo que siguieramos la ruta con la esperanza que la lluvia termine, pero no fue así, siguió aumentando hasta tornarse incontrolable, el piso era una trampa de barro que te caías en cualquier momento, así estuvimos en medio de la nada con todo encima durante poco más de 15 minutos, en el camino encontramos plásticos y una calamina que de cierta forma redujeron el ingreso de agua al cuerpo y equipos telefónicos que teníamos, algunos con más resistencia al agua que otros, por suerte el mío sí tenía y aguantó toda la mojada que se ganó por mi osadía de sacar el móvil a grabar la situación que acontecía.

Tuvimos que regresar y la lluvia seguía su curso, pasaron 30 minutos hasta que pudimos llegar a los búngalos, mojados totalmente de pies a cabeza sin ninguna zona seca, nos duchamos y tendimos nuestras ropas cerca a las camas con la esperanza de que sequen, no fue asi. 

Nos cambiamos, cenamos en nuestros cuartos y al salir el cielo estaba despejado, en la hora de cenar recién me entero a qué lugar íbamos a llegar si cruzábamos la tormenta: el río Mantaro.

Así luego de terminar todo, el paisaje del cielo estaba muy agradable a la vista, una luna nueva y un cielo despejado y estrellado que se presta para fotografías nocturnas hermosas, lástima que nuestros equipos no estaban en las condiciones para hacerlo, en especial el mío que con la lluvia de la tarde, mi cámara botaba agua cada que hacía zoom, era como que exprimía el lente y goteaba, una locura. Por suerte sobrevivió y siguió funcionando junto a la cámara.


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